09 febrero 2006

Yo no firmaré eso.

La última rabieta del Partido Popular contra el Estatuto de Cataluña consiste en la recogida pública de firmas, según ellos para "recoger la opinión de España en éste asunto". La verdad, me resulta divertido intentar imaginar las razones que quedan tras ésto.

El PP lanzó el grito al cielo ya desde el proyecto de reforma de septiembre. Desde entonces, no ha hecho más que clamar por la destrucción de España una y otra vez. Hasta hartarnos a todos. Incluso Piqué se hartó.

El problema de la estrategia de la negación es que al final queda en la consciencia del propio partido. Eso se notó porque la decisión final referente a la financiación tenía algunos aspectos defendidos por el propio Partido Popular de Catalunya, pero claro, la estrategia de la negación se basa en "negar" sin que sea preciso "saber"... y a veces falla. Incluso a Aguirre le ha encantado el nuevo modelo, especialmente cuando se dió cuenta que llegarían 3.000 millones de euros extra para su comunidad, pero el partido ya había dicho que eso era "inaceptable".

Para tapar el desaguisado las mentes creativas del PP han ideado una nueva campaña, esta vez ya al márgen de toda legalidad. Una recogida de firmas con un articulado tan complejo que no se sabe si se firma contra el Estatut, contra el PSOE, contra Catalunya o contra todos a la vez. Supongo que en cada mesa disponen de un lingüísta, un jurista y un cura para explicar qué es lo que pone en el susodicho texto; pero aún suponiendo que el grueso de la población española sepa qué es lo que estaría firmando, por qué están haciendo una recogida que no tiene ningún valor jurídico? Pues porque quieren crear una nueva realidad, o más bién una nueva visión en su realidad (ya de por sí paralela a la del resto de mortales).

Al darse cuenta que el nuevo articulado pactado podía ser beneficioso para el conjunto de España; incluso para las Comunidades Autónomas aún gobernadas por ellos, tuvieron que buscar una nueva excusa dónde sujetar sus insostenibles tesis, así que decidieron recurrir a sus votantes (sus famosos y bién hinchados 10 millones de españoles, mire usted sus verdaderos resultados en las últimas elecciones) y suplicarles un nuevo acto de "patriotismo" apócrifo para poder continuar sustentando su reiterativa estrategia anticatalana.

Qué aburrido... aun no es hora de cambiar un poquito su discurso?

No somos Dioses

Ayer miercóles 8 de febrero, medio mundo se despertó con el recuerdo romántico de épocas pasadas. La razón, el inesperado descubrimiento científico de una amalgama inmensa de especies animales hasta ahora desconocidas en Indonesia. El descubrimiento de éste "paraíso perdido", dónde los animales se acercaban sin temor a los humanos; parece algo propio de épocas pasadas, de aventuras dignas de Marco Polo y Cabeza de Vaca.


Resulta inconcebible que tal hallazgo haya permanecido oculto a nuestros ojos durante todo éste tiempo. En una época en la que los satélites divisan el más mínimo rincón de la Tierra desde el cielo, en una época en la que podría estar leyendo usted esto desde Nueva Zelanda, en una época donde creemos saberlo todo... la naturaleza nos ha demostrado de nuevo que sólo somos humanos.

La nuevas Fés del mundo, la tecnología y la ciencia, nos prometieron una sabiduría infinita y nosostros nos creímos su mensaje. Creímos que nada escapaba a nuestra visión, que nada más quedaba en el mundo que no supiéramos... creíamos que eramos dioses de carne y hueso, con ojos allá donde nunca llegaríamos, capaces de llegar al fin del universo, de predecir el futuro y de conocer sus secretos... pero de nuevo, una mágica casualidad se nos apareció y, casi cómo una divina revelación, nos hace volver a plantear dónde estamos y dónde hemos llegado.

Demasiada confianza tenemos en nosotros mismos. Cada nuevo descubrimiento de la ciencia nos obliga a ser más cautos, no podemos presumir que nuestro conocimiento sea infinito y por lo tanto, debemos aún andar con pies de plomo. Nuestra presunción ha ido demasiado lejos en demasiadas ocasiones: en la ciencia y en la política creemos que moviendo un dedo lograremos cuanto deseemos, pero eso no es así. Las cosas siguen un curso que no podemos detener. Sabemos que podemos desviarlo, pero muchas veces ni tan sólo sabemos cómo.

Yo soy ateo. No hablo de religión. Hablo de cautela.

06 febrero 2006

Explosivo Oriente Medio

Durante el pasado fin de semana ha estallado una terrible crisis entre occidente y el mundo islámico. La causa, 12 caricaturas del profeta Mahoma aparecidas primero en diarios daneses y luego en un enorme número de publicaciones europeas. El acto es una ofensa para el islam, que contempla la reproducción del profeta cómo sacrílega, algo muy lejos del límite de lo moral. No cabe duda de la gravedad de la ofensa para los musulmanes, sólo con la apreciación de las consecuencias: embajadas incendiadas y seis muertos a ésta hora que escribo.

No me cabe duda que el núcleo del debate es la misma naturaleza del sistema democrático, es decir, los valores intrínsecos y derechos fundamentales. La libertad de expresión y sus límites son el ojo del huracán. Existe una conocida frase atribuida a los liberales ingleses del siglo XVII: mi libertad termina dónde empieza la libertad de mi vecino. No podría ser más adecuada para exponer mi postura: el límite a la mi libertad de expresión es la libertad de las otras personas a las que puede afectar mi uso personal de mi derecho.

La responsabilidad en democracia es fundamental: los griegos lo tenían muy claro, y quién hablaba en la asamblea debía ser consciente de las implicaciones de su acto. Si la asamblea adoptaba la opinión, todos eran responables de la misma, pero debía ser adoptada, debía ser discutida y criticada. Depositar la soberanía implica ser consciente de tal enorme responsabilidad, y parece ser que existen personajes que no se dan cuenta de eso. No hace mucho vimos un caso paralelo, con la COPE suplantando al Presidente del Gobierno español ante el presidente electo de Bolivia. Aparecieron entonces los ignorantes que defensaron tal aberración en el marco de la libertad de expresión, obviando que la libertad tiene un límite.

La libertad absoluta existe en anarquía, pero en anarquía no existe la sociedad. Los griegos tenían un término que definía a estos personajes: idiotas. Me parece injustificable un acto de tan enorme irresponsabilidad, pero ahora ya está hecho, y las embajadas danesas arden por ello.

¿Debemos pedir perdón? mi opinión es que no, ya que de nada serviría. Si analizamos el problema en su verdadera magnitud, descubriremos cual ha sido el verdadero error de esta pantomima, que no es otro que la existencia de grupos islámicos radicales que han instrumentalizado el patinazo en pos de sus propios objetivos. No nos engañemos, estos grupos estaban deseando que ocurriese algo así: un problema que mostrase la unidad de todos los árabes contra occidente... les hemos dado la Caja de Pandora, y se la hemos dado abierta.

El islamismo radical no es una amenaza de broma. Ahora mismo les escribo desde Madrid... ¿recuerdan? El objetivo verdadero de ésta gente no es llamar la atención, su objetivo es la destrucción de un estilo de vida que consideran amoral e imperialista, pero a la vez lo consideran débil. Y tienen razón, somos débiles: la democracia es débil, el respeto a la fragmentación ideologica impide las respuestas decididas. Eso está en el núcleo duro del sistema, para nosotros es incuestionable, pero estos elementos saben cómo aprovecharse: saben cómo, cuando y dónde golpear. Nos conocen mucho mejor que nosotros a ellos.

Mostremos nuestra debilidad y preparémonos a sufrir... La libertad de expresión no es cuestionable: los periodistas tenían derecho a publicar lo que quisieran. La cagaron, pero ya es tarde. Ahora debemos saber: Nosotros tenemos razón y ellos no. Y nuestra postura debe ser tan decidida cómo intransigente: nosotros tenemos razón, porque nosotros somos libres. Irresponsables, pero libres.