23 enero 2006

Como siempre, se va a destruir España

Durante la tarde-noche del sábado 21 de enero, se produjo una reunión en el Palacio de la Moncloa entre el presidente del gobierno, Rodríguez Zapatero, y el cabeza de lista de Convergència, Artur Mas. El tema no podía ser otro que cubrir los flecos finales de la negociación del Proyecto de Reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya. La reunión parece haber sido completamente exitosa, al forjar un acuero final entre las dos fuerzas, que, con el beneplácito de Iniciativa per Catalunya y la aquiescencia de los socialistas de catalunya, parecen haber inaugurado una época de entendimiento.

El acuerdo se ha forjado gracias al acercamiento de las dos posturas, lográndose acuerdos en la práctica totalidad de las materias: el reconocimiento explícito de la condición nacional catalana quedará en el preámbulo del futuro Estatuto, la financiación avanzará considerablemente en favor de Catalunya, que recibirá el 50% del IRPF y creará una Agencia Catalana, con cierta similitud al modelo del cupo vasco. Todo esto supone una clara mejoría en las condiciones de la ciudadanía catalana, que aún, pero, deberá ratificar -si lo considera conveniente- la nueva ley.

S
ólo ha habido dos fuerzas políticas que han considerado el acuerdo como negativo: ERC y PP. Evidentemente, sus motivaciones son contrarias. Mientras que para ERC el acuerdo es inaceptable por nímio, para el PP se trata de una nueva forma anticonstitucional que va a destruir el estado español. Si el proyecto queda cómo se ha acordado durante el fin de semana, parece que ERC hará campaña por el no en el referéndum. El PP hará campaña por el no en cualquier caso.

Está claro que lo aceptable para ERC hubiese sido una aceptación sin condiciones del documento surgido del Parlamento de Catalunya en septiembre. La inviabilidad de la opción, pero, era ya evidente desde su articulado inicial. La preceptividad pactista implicaba el acercamiento de posturas por un lado y otro, y esto se ha logrado satisfactoriamente. Así pues, la aproximación de las posturas socialistas i de la burguesía catalana garantizan la aprovación en los trámites parlamentarios.

La otra cara de la moneda es, cómo siempre, el PP. Ya ha aparecido el "halcón Zaplana" criticando la constitucionalidad del acuerdo. Sinceramente, no creo que haya leído el nuevo articulado propuesto. De hecho, no creo que haya leído tan sólo el artículado de la propuesta incial. En la línea del partido, pronto volverán los apologistas de la destrucción de España y los pedigüeños del voto descontento.

Es una curiosa estrategia, la adoptada por los populares. No me voy a entretener en un análisis exhaustivo, creo que a cualquier observador le debería parecer evidente que la derecha española podría llamarse el Partido del Doctor No. No a todo y sin condiciones, esta ha sido su línea política en los últimos dos años. Utilizando además su poderosa maquinaria publicitaria, con la COPE en primera línea, se ha desquiciado anunciando la barbarie y la secesión. Sentados enmedio de la parcialidad y falsedad informativa más lamentable han construido un imperio de gentes temblando ante la destrucción de la más fundamental institución familiar, social, legal y nacional.

De momento parece que estas instituciones fundamentales continúan igual que en el pasado. Dentro de diez años continuarán igual. Eso es lo malo de forjar el imperio de la mentira: las conclusiones que se extraen son equivocadas. Pero no nos engañemos, la élite del PP es consciente que nada va a ir a peor.

Entonces, ¿por qué quieren engañarnos a todos?


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