21 enero 2006

La crítica situación de Oriente Medio

Después de la infame guerra del Golfo Pérsico, enmarcada en la "sacra campaña antiterrorista" de los Estados Unidos, la atención internacional se ha centrado en el desarrollo nuclear de Irán. El estado islámico ha declarado los fines energéticos de su programa, pero datos recientes han demostrado que se ha ocultado la existencia del mismo más de una década. De hecho, sólo las imágenes de los satélites (fué una sonda europea, y en particular una estación receptora situada en Madrid, la que detectó las evidencias del programa) han revelado al mundo las investigaciones iraníes.

Basado en tecnología rusa, la comunidad internacional ha cuestionado la intención civil del programa. Las múltiples y conflictivas declaraciones de M. Ahmadineyad, en las que ha manifestado textualmente la voluntad de hundir Israel bajo el mar, han sido interpretadas cómo una gravísima amenaza por la diplomacia israelí y las NNUU. Aunque algunos expertos consideran que las declaraciones pueden ser una mera llamada a la atención internacional, con intenciones de intercambiar ayuda económica o tecnológica por la supresión del programa internacional, la aparición de rastros de tritio y deuterio enriquecidos más allá del 70% parecen demostrar que no nos encontramos ante ninguna de las dos posibilidades, y constatan que hay una intención militar tras el programa.

Para comprender la realidad de Irán hay que tener muy presente su naturaleza histórica. Nos encontramos ante un estado con raíces en la civilización persa, es decir, una cultura milenaria que dispuso de un imperio enorme. Eso implica que en su cultura cívica existe una conciencia que no va a arrodillarse ante la imposición internacional, lo que nos lleva a sospechar que sus amenazas no son mera palabrería electoralista.

Observemos cuál es la situación internacional, en particular lo referente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. De los cinco miembros permanentes, encontramos a tres (EUA, UK y Francia) que parecen claramente opuestos al desarrollo del programa, sin condiciones. En el otro lado estaría Rusia y China. Rusia ha sido la proveedora del material que ha servido para desarrollar la tecnología, por lo que su diplomacia deberá defender el uso civil del mismo. De hecho, se han recibido esperanzadoras notícias acerca de la posibilidad que el uranio necesario para el proceso nuclear sea enriquecido por Moscú, manteniéndolo en los niveles seguros, es decir en aproximadamente un 5%. Eso garantizaría que no podría ser utilizado en armas nucleares. China es posiblemente el mayor de los problemas. Sus relaciones con Irán se basan en la importación de energía, principalmente petróleo y gas, lo que supone que para garantizar su aprovisionamiento (que por otro lado se basa en un contrato millonario firmado en agosto de 2004) defenderá una posición ambigua en el consejo.

Parece difícil que China imponga un veto ante una teórica resolución del Consejo, siempre y cuando eso no afecte a su aprovisionamiento. En todo caso, Irán ya ha empezado a retirar sus fondos de los bancos europeos, envíandolos (¿sorprendentemente?) al sur de Asia, ante la posible sanción internacional.

La peor situación imaginable es la de la intervención preventiva israelí en Irán. Las consecuencias de tal acto son inimaginables, pero terribles en todo caso. Las características geográficas y sociales del estado garantizarían una guerra terrible, que además arrastrarían a otros estados de la región, incrementaría la actividad terrorista en occidente y supondría unos costes humanos inasumibles. De éste escenario se deriva otro secundario: la respuesta con armamento nuclear por parte de Irán supondría la intervención militar abierta de los Estados Unidos, que a su vez podría arrastrar a sus aliados europeos. El caldo de cultivo implicaría una guerra de proporciones globales. No olvidemos que Irán dispone ya de los vectores de lanzamiento necesarios para atacar cualquier país de la región (la imagen muestra el misil Sahab-3, de medio alcance y capacidad nuclear) y que se están desarrollando nuevos programas de misiles Sahab-4 y Sahab-5 de los que se tiene poca información, pero que sin duda dispondrán de mayor alcance.

En resumen, la situación en Oriente Medio es, hoy por hoy, crítica. La reacción internacional debe ser rápida, decidida y sin fisuras. Existen pruebas evidentes del incumpimiento del Tratado de No Proliferación Nuclear, ratificado por Irán. Si la acción internacional no surte efecto, podemos enfrentarnos a una situación crítica, insostenible a corto plazo. La posibilidad de una agresión a bases americanas en Irak o Kuwait o al propio Israel es totalmente factible a medio plazo, por lo que se deben tomar decisiones immediatamente que garanticen el retorno al status quo.

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