Finalmente se ha producido. Pascual Maragall ha decidido destituir a los consellers de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) por la decisión del grupo de hacer campaña por el "no" en el Referéndum sobre el Proyecto de Reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya.
La decisión del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) es acertada. Resultaría de una incoherencia fatal que el gobierno mantuviese dos posiciones antagónicas ante el Referéndum, por lo que la expulsión de los consellers estaba practicamente cantada, y con esto, la disolución del gobierno tripartito de la Generalitat. Las elecciones se convocarán para finales del presente año, con la duda si Maragall será, de nuevo, el candidato del PSC.
La historia del tripartito ha sido breve e intensa. Pese a encontrar ciertas similitudes en la aplicación de las políticas y en la promulgación de leyes, algunos encontronazos han turbado esta curiosa historia de amor. Es cierto que la gran mayoría se pueden vincular a una cierta inexperiencia en el gobierno de ERC, que en ciertos momentos parecía olvidar las responsabilidades que esta tasca implica (baste mencionar alguna visita en coche oficial a los paisajes vasco-franceses), pero siendo sinceros, ninguna de estas aventuras montañesas fue lo suficientemente grave para disolver una aventura que prometía emociones desde sus inicios.
El siguiente reto del Govern será la aprovación del nuevo EAC, el principal objetivo que los tres grupos tenían en mente cuando decidieron el Pacto del Tinell. El Referéndum se promete duro y, aunque previsiblemente afirmativo, el nivel de enfrentamiento partidista será alto. Desde la negativa intransigente del PP, pasando por las dudas de ERC y el abierto soporte de CiU y PSC, encontraremos dos semanas de intensísima campaña (pre)electoral.
El resultado del Referéndum lo decidirá todo. Catalunya debe ser consciente de lo que realmente se está jugando. Como ya dije en un post anterior, el EAC aportará el nivel más alto de autogobierno que jamás hemos conocido, y será difícil que se repita una nueva ocasión como la que hemos dispuesto (y aprovechado) en los últimos años. Tenemos una oportunidad única, no podemos dejar que el ataque de cuernitis que ERC sufrió cuando el Partido Socialista y CiU cerraron el acuerdo que todos deseamos frustre una ley que regirá la vida de toda una generación.
La decisión del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) es acertada. Resultaría de una incoherencia fatal que el gobierno mantuviese dos posiciones antagónicas ante el Referéndum, por lo que la expulsión de los consellers estaba practicamente cantada, y con esto, la disolución del gobierno tripartito de la Generalitat. Las elecciones se convocarán para finales del presente año, con la duda si Maragall será, de nuevo, el candidato del PSC.
La historia del tripartito ha sido breve e intensa. Pese a encontrar ciertas similitudes en la aplicación de las políticas y en la promulgación de leyes, algunos encontronazos han turbado esta curiosa historia de amor. Es cierto que la gran mayoría se pueden vincular a una cierta inexperiencia en el gobierno de ERC, que en ciertos momentos parecía olvidar las responsabilidades que esta tasca implica (baste mencionar alguna visita en coche oficial a los paisajes vasco-franceses), pero siendo sinceros, ninguna de estas aventuras montañesas fue lo suficientemente grave para disolver una aventura que prometía emociones desde sus inicios.
El siguiente reto del Govern será la aprovación del nuevo EAC, el principal objetivo que los tres grupos tenían en mente cuando decidieron el Pacto del Tinell. El Referéndum se promete duro y, aunque previsiblemente afirmativo, el nivel de enfrentamiento partidista será alto. Desde la negativa intransigente del PP, pasando por las dudas de ERC y el abierto soporte de CiU y PSC, encontraremos dos semanas de intensísima campaña (pre)electoral.
El resultado del Referéndum lo decidirá todo. Catalunya debe ser consciente de lo que realmente se está jugando. Como ya dije en un post anterior, el EAC aportará el nivel más alto de autogobierno que jamás hemos conocido, y será difícil que se repita una nueva ocasión como la que hemos dispuesto (y aprovechado) en los últimos años. Tenemos una oportunidad única, no podemos dejar que el ataque de cuernitis que ERC sufrió cuando el Partido Socialista y CiU cerraron el acuerdo que todos deseamos frustre una ley que regirá la vida de toda una generación.
5 comentarios:
Bravo!!!! Una excelente reflexión de un politólogo preparado.
Bueno, uno hace lo que puede ;)
Sino fuera porque estoy en contra de los autogobierno, (porque sino para que hemos montado este chiringuito llamado UNION EUROPEA)que solo causan division y enfrentamientos entre comunidades y regiones hermanadas bajo la misma bandera y constitucion, que dan los mismos derechos, dando igual el lugar en donde se resida.
Por el bien de Cataluña y por lo tanto de España, VOTEN NO a ese referendum.
Otra cosa, no sere potitologo, pero cuando nos vamos a Londres, no nos vamos a London, por lo tanto, si residimos en Lerida, se dira Lerida siempre que hablemos en castellano, y usaremos otros nombres para tan bella ciudad, dependiendo del idioma en el que hablemos.
Gracias por dejar expresar la opinion de un democrata murciano.
Siento que esté usted tan mal informado. Muy poco tiene que ver ese "chiringuito" de la UE con el autogobierno y la descentralización. Revise el Tratado Constitucional y se dará cuenta qué hay realmente tras los procesos de integración europea.
Además, los "autogobiernos" no son los que causan los problemas. Más bién son la solución a muchos de ellos. De hecho, la Constitución a la que se refiere es la garante de esos "autogobiernos"... Posiblemente debería leerla un par de veces e intentar comprender su mensaje antes de opinar tan fresca e incorrectamente como lo ha hecho.
Lo de votar no al Estatut "por el bién de Catalunya" lo voy a dejar de lado, porque, aunque manifiestamente desinformadas, todas las opiniones deben ser respetadas.
Finalmente, el tema de los nombres de las ciudades... como residente en Lleida y politólogo no haré ninguna consideración sobre esto, pues es algo sobre lo que opino como ciudadano. Me gusta llamar Lleida a mi ciudad, en castellano, catalán, inglés, francés o en la lengua que sea, y lo seguiré haciendo, de la misma manera que respetaré que usted la llame Lérida aunque ya no exista tal denominación, ni en castellano ni en ninguna otra lengua. Cómo usted sabrá, el Congreso de los Diputados abolió tal denominación por quedar claro que proviene de una imposición franquista.
De otro lado, me encantaría que su próxima intervención, si se produce, no se escondiese tras un anónimo. Le podré tratar de tu y todos podremos disfrutar de un debate mucho más rico e interesante.
Si señor, muy bien dicho, el anominato de la gente hace que autènticos cobardes se escondan bajo pseudónimos para manifestar su supina ignorancia.
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