17 abril 2007

Virginia

Mañana del 16 de abril, Universidad Politécnica de Virginia, NE. Una mañana normal para los 32 estudiantes asesinados, y el día señalado para un estudiante surcoreano. El debate sobre la libre posesión de armas en los Estados Unidos ya ha sido reabierto, con previsibles resultados.

Éste es un país peculiar, donde cualquier civil puede, en uso de la segunda enmienda constitucional, poseer armas de fuego. Es esta una enmienda anacrónica, creada con la intención de crear un cuerpo civil capaz de autoprotegerse de una supuesta invasión inglesa, allá en los tiempos de la declaración de independencia de Jefferson.

Pasó el peligro, pero la enmienda siguió vigente, y hoy es costumbre de los EUA. Fundamentada en una u otra razón, el hecho es que esta continua vigente y lo continuará estando. Pero, ¿és la posesión de armas el verdadero problema de los Estados Unidos? Personalmente creo que no. Tampoco coincido, ni coincidiré nunca, con los aberrantes principios defendidos por la Asociación Nacional del Rifle, un helenco de ultraconservadores recalcitrantes que poco les aleja de la locura y la paranoia.

Todos los problemas políticos, cívicos, sociales y legales han de tomarse en cuenta desde una perspectiva multidisciplinar y multicausal. Es ridículo relacionar la posesión de armas con las "matanzas", si bién es cierto que su prohibición terminaría con este problema. Pero hechando un lejano vistazo a la cultura estadounidense, uno pronto se da cuenta que esto no pasará. Almenos en el corto o medio plazo.

Excesiva competitividad, pobreza, aislamiento o rechazo social... cualquier motivación puede ser definitiva en combinación con otras tantas. La libre posesión de armas es el catalizador final, el elemento que transforma un problema personal en una terrible crisis comunal. Las razones que impulsan a alguien más o menos "normal" a tomar tal decisión posiblemente tengan mucho más que ver con la psicología que con la sociología, pero son los factores sociológicos los que desembocan en la psicosis.

La solución me parece simplemente inalcanzable. No es este un problema que se pueda eliminar desde la raíz, o cortando un par de brotes indeseados, ya que la reforma social que se precisaría sería tan immensa como políticamente inalcanzable. Y posiblemente indeseada a nivel social y político. ¿Qué queda pues?

Mi modesta opinión: eliminar el catalizador. Prohibir el uso de armas no solucionará los verdaderos problemas de Estados Unidos, ni posiblemente consiga mitigarlos. De hecho, dejaría cientos (quizá miles) de personas sin trabajo, y una fuente de ingresos importantísima para las arcas públicas quedaría practicamente agotada. Habría un cierto conflicto social, y probablemente sería el suicido político del presidente que abordara tal asunto.

Pero sería un parche que salvaría vidas.

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